Quizás ninguno de nosotros seamos capaces de no sentir dolor, de sacar una sonrisa y enseñar nuestros dientes al resto de la humanidad. Resulta imposible que corramos bajo la lluvia sin que acabemos totalmente empapados. Los días de viento por mucho que lo intentes tu pelo acabara desastroso quieras o no. Cuando nos lavamos los dientes todos somos feos poniendo cara de idiota frente al espejo mientras frotas con el cepillo las últimas muelas. Pero si mientras que el mundo se cae al suelo, la lluvia te cala la ropa, el viento despeina tu pelo o estas frente al espejo analizando tu rostro viendo los estragos de los años una sonrisa o mucho mejor una carcajada ilumina tu cara, tus ojos se humedecen de lágrimas y acabas incluso tosiendo de tanto reír, todo lo malo que haya dejado un día gris y oscuro no habrá valido nada comparado con el efímero instante de felicidad en el que todas tus preocupaciones se han esfumado, y de esa forma conseguirás un nivel de perfección único, que solo tu tendrás, porque nadie en el mundo puede ocupar tu lugar, únicamente tú.
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