La tentación nos llega a todos. El que sucumbamos o no depende de nuestra habilidad para reconocer su disfraz. Algunas veces se presenta bajo la forma de una vieja llama, chispeando de vuelta a la vida, o un nuevo amigo que podría acabar siendo algo más, despierta sentimientos que no sabíamos que tuviéramos. Así que si nos rendimos a la tentación, sabiendo todo el tiempo que cuando llegue la mañana, tendremos que sufrir las consecuencias.
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